Mito de Ícaro, el griego hijo de Dédalo y mucho más

La mitología griega esconde muchísimas historias interesantes que hoy en día podemos estudiar, así mismo, nos han dejado lecciones importantes que vale la pena explorar. Te invitamos a leer este artículo sobre el Mito de Ícaro, para que aprendas todo lo que debes saber sobre este intrigante personaje.

MITO DE ÍCARO

¿Quién es Ícaro?

Antes de hablar sobre su mito, tenemos que hablar sobre el personaje. En la mitología griega, Ícaro es el hijo del arquitecto y artista Dédalo, conocido por haber diseñado y construido el laberinto de Creta. Este laberinto fue  escondido debajo de la ciudad de Creta para retener al Minotauro, el hijo bastardo de la esposa del rey Minos.

Además, Ícaro también era hijo de una esclava, la cual no se conoce mucho de su historia. Por otro lado, Ícaro y su padre, Dédalo, se encontraban recluidos en la isla de Creta por órdenes del rey. Su mito no comienza cuando nace Ícaro, sino que comienza muchos años antes y se cree que es una clara historia sobre las consecuencias de ciertas acciones.

La historia de Ícaro es sumamente interesante, aunque breve, explora distintas facetas de todos los personajes. Curiosamente, es uno de los personajes más conocidos en todo de toda la mitología griega. Esto se debe a que la narración de su historia se ha mantenido fiel a la original, lo que no suele suceder a menudo con otros mitos.

Si este artículo del mito de Ícaro te parece interesante, entonces te invitamos a leer Casandra en nuestra categoría de Mitos y Leyendas.

MITO DE ÍCARO

El mito de Ícaro

El comienzo del mito de Ícaro  empieza mucho antes que el propio nacimiento de este. Es decir, el inicio de esta historia no comienza con Dédalo, su padre, ni con la construcción del laberinto de Creta. La historia comienza con el rey Minos y la promesa que rompió.

El origen del mito relata que Minos, el rey de Creta, deseaba tener mucho más poder que el rey anterior, su deseo de ser respetado y venerado, lo llevó a pedirle a Poseidón poder. Para esto, el dios del mar hizo emerger del mismo un toro blanco de hermosa presencia, el cual debía sacrificar. Lo que en realidad sucedió es que Minos se encontraba encantado con ese toro y decide quedárselo, sacrificando a un toro común.

Poseidón comprende su engaño y decide castigar a Minos, haciendo que la mujer de este, Pasifae, se enamore del toro blanco y engendre hijos con él. La reina le pidió ayuda a Dédalo para que construyera una vaca de madera que le ayudará a yacer con el toro.

De esa unión nace el Minotauro, una bestia terrible sedienta de sangre humana. Era tan imposible de controlar, que Minos se ve en la obligación de exigirle a Dédalo que construya un laberinto para encerrar a la bestia. Dédalo construye en laberinto debajo de la isla de Creta, para mantener a la bestia controlada. El laberinto era extremadamente complicado e imposible de completar, la muerte era la única salida.

O al menos, eso se creía hasta que Teseo logró completar el laberinto para matar a la bestia. Ariadna, la hija del rey, le cuenta a Teseo todo lo que necesita saber sobre el laberinto, esa información la había conseguido a través de Dédalo. Minos. Al enterarse de eso, encerró a Dédalo y a su hijo en la isla de Creta de por vida.

El principio del fin

El cruel destino de Ícaro fue el castigo de su padre. Dédalo había decidido huir de la isla en secreto pero sabía que tenía que ser ingenioso, ya que Minos controlaba el mar y la tierra, lo que hacía imposible un escape por esos lugares.

Dédalo era un inventor nato, un genio, por lo que decidió crear unas alas que le permitiera a él y a su hijo volar por los cielos y así escapar de su encierro. Utilizando plumas de varias aves, entrelazo cada una de ellas colocando un poco de cera en los laterales para que se sostuvieron, día y noche, Dédalo y su hijo Ícaro, fabricaban enormes alas.

Una vez terminaron el trabajo, Dédalo inició el que sería su primer intento, batiendo sus alas y subiendo a escasos metros, de esta manera, le enseñó a su hijo a volar. Cuando ambos ya dominaban a la perfección el vuelo, decidieron escapar. La única advertencia de Dédalo a su hijo fue que no volara muy cerca del sol ya que se derretiría la cera, ni muy cerca del mar ya  que el agua podría mojar las alas.

¿Mito o realidad?

Al volar, pasaron por las islas de Samos, Delos, Paros, Labintos y Calimna, casi llegando a un lugar seguro. Ícaro, se volvió más y más confiado en sus habilidades que sin darse cuenta empezó a ascender hacia el sol.

El ardiente astro, ablandó la cera que mantenía unida a las plumas, destruyendo la creación y aun cuando Ícaro quiso batir los brazos para mantenerse en el aire, su destino no fue otro que caer al mar y morir. Su padre, Dédalo, fue incapaz de ayudarlo y solo lamento como su obra le había costado a su hijo.

Dédalo llegó sano y salvo a Sicilia, donde el Rey Cócalo, le ofreció protección, tiempo después, él decide construirle un templo al dios Apolo y ofrece sus alas como ofrenda. Otras versiones no tan conocidas del mito, hablan sobre como Dédalo fue el creador de la vela, que era un objeto desconocido para el hombre de ese momento.

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¿Cómo se interpreta el mito del vuelo de Ícaro?

A pesar de haber sido escrito hace años, muchos expertos concuerdan que el mito de Ícaro es un mito contemporáneo. Sin embargo, enseñanzas pueden ser aplicadas en cualquier momento, sin importar el desarrollo de la sociedad.

No solo nos encontramos ante una historia  relativamente corta, sino que a su vez, podemos observar la complejidad de la misma. Se pueden apreciar una variedad amplia de interpretaciones y significados, dentro de los cuales podemos destacar los siguientes:

  • Ícaro y la Juventud.

Una de las características más reconocibles de Ícaro  es que es un personaje que destaca por ser impulsivo, un rasgo que también se le atribuye mucho a los jóvenes. Carlos García Gual, destacaba que Ícaro era un símbolo de la temeridad juvenil castigada y que a su vez, representaba cierta rebeldía de los jóvenes a sus padres.

Por otro lado, se dice que Ícaro era curioso y que a pesar de las advertencias de su padre, fue incapaz de controlar esa curiosidad, llevando a la desgracia. El destino de Ícaro es terrible sí, pero el que terminó sufriendo las consecuencias del mismo fue su padre, que debía vivir con la idea de que su hijo había muerto por su creación.

El mito, nos enseña que muchas de nuestras acciones traen consecuencias terribles, no solo para nosotros mismos, sino que también se pueden ver afectadas las personas que nos rodean. Es por eso, que nuestras decisiones siempre deben ser conscientes.

  • Ícaro y el conocimiento.

El mito de Ícaro habla sobre el conocimiento. Padre e hijo estaban encerrados en el laberinto, dándose cuenta de que solo hay una manera de salir, Dédalo decide utilizar sus conocimientos para crear una nueva vía de escape.

Cuando Teseo logra salir del laberinto, este lo hace utilizando las instrucciones que le había dado Ariadna. Sin embargo, ella no llegó a ese conocimiento sola, necesitó a Dédalo para que le indicará cómo vencer al laberinto. Al no poder utilizar la misma técnica, este personaje aplica sus enseñanzas como arquitecto y artista para crear unas alas que le permitieran salir volando del lugar.

Es entonces, que el mito de Ícaro nos enseña que hay dos maneras de salir, una requiere de la reflexión filosófica mientras que la otra, requiere del conocimiento científico. Desde dos puntos de vista diferentes, ambas tratan de llegar a la misma conclusión: la ciencia. Busca adentrarse a los misterios del mundo (como Teseo en el laberinto) y la filosofía adopta un punto de vista alto (como Dédalo e Ícaro intentando volar).

El complejo de Ícaro

Uno de los datos más curiosos que existen sobre el mito de Ícaro, es como el nombre de este personaje se convirtió en una palabra para describir a una persona imprudente. Además, sufre las consecuencias de sus acciones y está en peligro de perderse.

Aunque ya no es tan usado, esta misma terminología, fue lo que inició lo que hoy conocemos como el Complejo de Ícaro. Descrito por primera vez por Henry A Murray, el complejo de Ícaro data de los años setenta en el siglo XX.

En la psicología, se denomina el complejo de Ícaro a todas las personas que demuestran tener demasiada ambición. La misma puede llevarlos hasta el punto de la autodestrucción, haciendo que esta tendencia en la personalidad sea extremadamente dañina.

Por otro lado, estas personas carecen de la autorregulación ante situaciones peligrosas, son impulsivos, narcisistas y no pueden desarrollar relaciones interpersonales más allá de la superficie. Las personas que demuestran tener el complejo de Ícaro, son personas que comúnmente caen en adicciones, ya sea por consumo de sustancias psicoactivas o en la búsqueda de sensaciones extremas.

¿Mito o complejo?

Zukerman describió a este complejo como una de las dimensiones de la personalidad, donde el ser es un buscador de sensaciones. Explica que, aunque todos tenemos ese rasgo en la personalidad, las personas que son definidas bajo este complejo tienen una baja activación cortical cerebral. Esto los lleva a una necesidad por sensaciones fuertes, comúnmente estas sensaciones son peligrosas.

Existe una gran diferencia entre lo que sería un rasgo normal de la personalidad y un rasgo del complejo de Ícaro. Mientras que todos deseamos sentir emociones como el amor o la felicidad, la personalidad de estas personas puede nublar su propio juicio. Todo lo cual determina que la sanción es más importante que bienestar físico o mental.

Otros rasgos característicos

Cuando describimos a una persona bajo este complejo notamos que la misma destaca que son personas que no pueden desarrollar una rutina diaria. Cada tarea para ellos, debe ser una aventura, que les permita arriesgarlo todo. En el ámbito social, se indica que son personas extrovertidas, que tienden a ser creativas, seductoras, intrépidas, curiosas y energéticas.

En cuanto al ámbito personal, suelen fallar en las relaciones románticas, no les gusta la rutina, por ende, son propensos a cometer infidelidades. Afectivamente, les cuesta relacionarse con sus iguales.

Existen muchas personas famosas que caen dentro de esta dimensión de personalidad, la más reconocida, sin embargo, es Norma Jean Mortenson o mejor conocida como Marilyn Monroe. Esta mujer creó este personaje para ser extrovertido, seductor y superficial en cuanto a sus relaciones interpersonales. Mientras que en la realidad Norma buscaba escapar de las expectativas tradicionales que se le habían enseñado.

Marilyn al caer en la rutina, buscaba la promiscuidad para poder rellenar ese vacío de emociones que tenía. La búsqueda de sensaciones nuevas adictivas la llevó al consumo de sustancias psicoactivas, que en definitiva, pusieron su vida en riesgo, terminando con su muerte por sobredosis.

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La realidad de la mitología

En la sociedad moderna en la que vivimos, la mitología es solo un recuerdo de un tiempo pasado, historias fantasiosas sobre una realidad que tal vez nunca existió. Sin embargo, es bueno recordar que estas historias tuvieron un fin, no se trataba de entretener a las masas, sino que se buscaba explicar y enseñar lecciones importantes al pueblo de esa época.

Más allá de los detalles que hoy en día no podemos creer, debido al pensamiento lógico, la mitología griega  es una representación cultural de un tiempo pasado. Por lo mismo, debe ser apreciada de  esa manera. Adicionalmente, debemos recordar que los mitos y leyendas buscaban dejar aprendizajes aplicables. Es decir, un conocimiento que funcionara para todas las generaciones sin importar su desarrollo.

Cada mito, cada leyenda, cada historia, tiene un significado extraíble. Uno tan importante, que nosotros como cultura actual, debemos descubrir y seguir enseñándolo a través de las nuevas generaciones.

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